Un nuevo problema en nuestras cada vez más absurdas vidas ha surgido, como casi siempre, de la nada.
El escoger cónyuge o "cónyuja", consorte o "consorta", todo sea por la paridad, está cada vez más difícil amigos/as. Antes todo surgía del ¿paras mucho por aquí? o del ¿estudias o trabajas?. Luego, estas frases cayeron en lo más hondo del cutrerío y las técnicas fueron evolucionando del clásico 4-4-2 al 3-4-2-1. Después tocaba la fase de conocimiento mutuo, donde comenzabas a comprobar si las afinidades eran más que las diferencias y la cosa podía ir a mayores. Ahora un nuevo paso se intercala entre el primer contacto y la etapa de conocimiento. Así, tras el primer encuentro de turno y antes de pasar a mayores debemos plantearnos cuestiones serias que pueden cambiar para siempre el curso de nuestras vidas.
Los/as más conservadores/as recomiendan hacerlo, por ejemplo, en la segunda cita. Algunos/as miembros/"as" ilustres/"as" de nuestro/a comité/¿ó? de sabios y sabias recomiendan plantear la cuestión por teléfono, por lo del pánico escénico, en el momento de la invitación a la primera cena.
Pero los/as más osados/as... los/as más osados/as se arriesgarán por la inclusión del hecho como parte principal y arranque del acto de cortejo. Estrategia total 3-1-1-2-1-1. El más difícil todavía. Se utilizara como acercamiento inicial, como primer contacto. De la siguiente manera:
Discobar de moda, 5:00 de la madrugada
Sujeto/a 1: ¿Cúal es tu primer apellido?
Sujeto/a 2: Vázquez ¿y el tuyo?
Sujeto/a 1: Álvarez.
Sujeto/a 2: Pues mira que lo siento ya que aunque estás buenísimo/a, tienes pinta de ser supermajo/a y aparentas ser persona de lo más decente tenemos apellidos completamente incompatibles salvo que seas capaz de aceptar que nuestros vástagos lleven el apellido Vázquez de primero.
Sujeto/a 1: (opción A) De acuerdo, además de estar buenísimo/a, ser majo/a, buena persona y superdecente entiendo perfectamente tu preocupación ante la posible desaparición de tu ilustre apellido. Además, teniendo en cuenta que he recibido hace un minuto el impacto de una de las flechas de Cupido en el centro mismo de mi corazón, estoy dispuesto/a a ceder todo, incluso mi apellido, por tenerte a mi lado para el resto de mis días.
Sujeto/a 1: (opción B) Pues yo también lo siento ya que aunque tu también me agradas es una pena que tengamos tan seria incompatibilidad, espero que te vaya bien y encuentres a la persona adecuada.
Sujeto/a 1: (opción C)...
En mi caso el simple hecho de plantear una opción C me recuerda irremediablemente a Manolito Manquiña así que les cedo el honor.
Yo, cual Pazitos, a los hechos me “repito”
NOTA DEL AUTOR: Disculpen el machismo patente en el lenguaje. Acabo de darme cuenta de que aún intentando ser correcto en el uso del lenguaje utilizando siempre los dos generos/"as" siempre he antepuesto el masculino sobre el femenino. Mis más sinceras disculpas, prometo seguir esforzándome por mejorar mi uso del lenguaje en futuros textos.