Dios bendiga al imperio por hacernos ver la luz. Toda una vida creyendo que para tomar un buen exprés deberías sentarte en algún mítico café de Paris, Roma, Viena, Lisboa... y no. Pobres incautos europeos y europeistas, tantos años buscando los bares de presión exactos, la cantidad y temperatura precisa del agua, la justa dosis de café, la técnica más adecuada de molido, el recipiente idóneo para su degustación... y nada.
El otro día en el aeropuerto de Málaga, nada menos, descubrí la verdad, vi la luz. El café, lo que es el café, donde se prepara realmente bien es... en Seattle. Está claro porqué los yanquis son el imperio: su tecnología es superior. Ellos, y solo ellos, dieron con la máquina que hace el mejor café, con la dosis perfecta y el punto justo. Y no solo eso, sino que para ser bien apreciado debe tomarse en vaso de cartón con tapa de plástico y un orificio de apenas 5 milímetros cuadrados por el cual debemos aspirar suavemente la bebida. Además se debe condimentar con chocolate, vainilla, canela, azúcar, más azúcar, un poquito más de azúcar, nuez moscada y sucedáneo de alioli. Solo de esta manera conseguiremos matar por completo el amargo y desagradable sabor del café y que nuestra bebida se convierta en algo realmente delicioso.
A estas alturas supongo que quien más o quien menos ya se habrá dado cuenta de que el otro día tuve el dudoso honor de visitar un Starbucks.
No soy excesivamente crítico con el imperio, todo lo contrario, lo juro. No rechazo lo que venga de USA por simple procedencia, mis guitarras me avalan, pero de ahí a idolatrar, como veo navegando un poco por internet, semejante café me parece excesivo. En un primer momento pensé : tal vez soy yo el que se está convirtiendo en un viejo carcamal que no está para nada a la última (que de esto hay mucho, que lo asumo y hasta me da igual) tal vez he perdido el paladar o nunca lo he tenido o directamente no tengo ni puta idea de café. Que sí, que asumo mi parte. Pero cuando leo en internet opiniones, aparentemente serias e ilustrativas, comparando el café de Starbucks con el de McDonalds empiezo a pensar que, tal vez, no estoy tan equivocado. Dios mio, esta gente no ha bebido un café decente en su puta vida o lo que les gusta es “lo demás” del café.
No nos confundamos, no quiero con esto hacer crítica destructiva de Starbucks, he de decir que la bebida que me tome ( un capuchino) no sabía gran cosa a café ni a ningún otro capuchino que me haya tomado antes, pero la dosis de espuma era copiosa y tenía un gusto realmente agradable. Y que decir de sus sabrosísimas magdalenas de chocolate - ellos las llaman muffins – que también probé y que solo tienen 350 kcal, 14% de materia grasa y 22% de colesterol por unidad (datos de las muffins de manzana según web de Starbucks, de las de chocolate no encontré datos).
Con todo esto y en mi modesta opinión quizás lo más apropiado sería que Starbucks se llamara Starbucks drinks o "quedamos en Starbucks que mola y sale en las pelis" o, simplemente, Starbucks USA que siempre queda bien.
Pese a todo, nunca deja de sorprenderme lo bien que siguen manejando la mercadotecnia* estos yanquis. De esta conseguirán hacernos creer que el café también es cosa suya y que los, hasta hace poco míticos, cafés europeos ( véase http://viajeropermanente.blogspot.com/2008/05/el-caf-su-historia-y-los-mejores-cafs.html) son cosa desfasada, trasnochada, casposa y nada, pero nada, “cool”.
Ahora, voy a tomarme un café.
* en inglés marketing