viernes, 19 de marzo de 2010

EL TELÉFONO MÓVIL, ESE GRAN ENEMIGO.

El otro día asistí a una discusión entre profesores de instituto con respecto al uso de teléfonos móviles. El caso es que en un aula unas chicas habían hecho fotos a otras con sus teléfonos y las habían colgado en una red social de internet realizando, al pie de dichas fotos, comentarios despectivos. Solución tomada por el equipo directivo: prohibir el uso de teléfonos móviles en el centro. Eso sí, fotos y comentarios siguen colgados en internet . ¿Qué sabemos nosotros lo que es una red social en internet y si se pueden o no borrar esas fotos y los comentarios anexos?
Que puedo decir, casi me da algo. Una vez más, como solución a un conflicto, ponemos puertas al campo y asunto solventado.
Probablemente el caso es parecido al de aquellas prendas indecorosas llamadas camisetas, que empezaban a pulular por nuestras aulas allá por los años 60. Por dios, como alguien puede asistir a clase con camiseta, va de retro satanás. A prohibir se ha dicho.
El uso de teléfonos móviles está extendido en nuestra sociedad desde hace aproximadamente 15 años, y se puede decir que es generalizado desde hace 10, hasta el punto de que, no creo que haya alumno mayor de 14 años que no tenga su propio terminal y linea. Así todo, el teléfono móvil, sigue siendo visto como algo moderno, inútil, destructivo y cuya única utilidad en el aula es molestar. Y sí, es cierto. En muchos casos, me arriesgaría a decir en la mayoría, lo único que hacen los alumnos con su teléfono móvil es molestar, pero ¿de quién es la culpa? Yo me arriesgo a decir que la culpa es compartida por todos. Los alumnos no saben utilizar sus teléfonos móviles dentro del centro y en la mayoría de ellos, en lugar de generarse unas normas básicas de uso, la única medida que se toma es la prohibición.
Es que los alumnos se ponen a mirar el teléfono móvil durante las clases ¿acaso hace años no hacían dibujos, incluso en las mesas o leían comics o revistas de dudoso valor educativo durante las clases? Es que estás dando clase y de repente suena un teléfono móvil y encima salen fuera a coger la llamada sin el más mínimo reparo. Sancionable en parte, todos los teléfonos móviles tienen un modo silencio y el alumnado tiene que saber que al igual que en el cine o el teatro, en el aula, el teléfono tiene que estar en modo silencio. Con respecto al hecho de salir a coger la llamada, si la llamada es urgente ¿por qué no va a salir a cogerla?. Es que entonces es un desmadre porque para ellos todas las llamadas son urgentes. Bien, enseñemos al alumnado lo que realmente es urgente, y les aseguro que es fácil. El alumnado suele, con mayor o menor frecuencia, ir al baño. Generalmente el profesorado sabe cuando un alumno va al baño con demasiada frecuencia y en un momento dado dice basta. Es exactamente lo mismo, cuando un alumno pide permiso para ir al baño tres veces a lo largo de una mañana, salvo que se sepa que está enfermo, se le deniega. Del mismo modo se puede hacer, sin ninguna dificultad con las llamadas telefónicas.
¿dónde está el problema? Muy sencillo, el problema es que seguimos viendo el teléfono móvil, totalmente generalizado en nuestra sociedad, como una "nueva tecnología" inútil y demoniaca. ¿qué sucederá cuando, en breve, todo el alumnado tenga su propio portátil? Se lo puedo decir sin el más mínimo lugar a dudas, serán portátiles totalmente "capados" para que no puedan tener acceso a prácticamente nada que pueda distraer su atención y no sea “educativo”, como sucede hoy en día con la mayoría de ordenadores de muchos centros, en los que solo se puede acceder a portales educativos y poco más, obviando millones, y ojo que no exagero, millones de contenidos de internet que pueden resultar mucho más didácticos que los propios de los portales educativos. De esta manera seguimos preparando a nuestros jóvenes para vivir en la sociedad en la que nosotros nos criamos, allá por 1990 o antes, y no para vivir en la sociedad en la que ellos crecen. Sigue resultando más fácil poner puertas al campo que enseñar a vivir en la sociedad del siglo XXI. La radio fue el demonio, la televisión fue el diablo y hoy en día internet es satanás en persona. Así nos va.

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